Normalmente imaginamos a las plantas carnívoras como organismos monstruoso o voraces.
Tal vez se deba a la fama que le han dado en el medio cinematográfico. Nada más lejos de la realidad.
Muchas de ellas presentan características estéticas de gran belleza, con sus llamativos colores y formas.
Contrariamente a lo que se piensa, no nos comen los dedos ni nada parecido. Sólo se alimentan de insectos, de los cuales toman sales minerales.
La manera que utilizan para atraer a su presas es mediante la segregación de néctar, olores y color.