En los últimos años, un término que parecía reservado a la ciencia ficción se ha instalado en los titulares de revistas científicas y tecnológicas: biohacking.
Este fenómeno, mezcla de biología, tecnología y experimentación personal, promete —o al menos intenta— “hackear” la biología humana para mejorar el rendimiento físico, mental y, en algunos casos, extender la longevidad.
Aunque suene futurista, el biohacking es un campo muy real que ya atrae tanto a investigadores de laboratorio como a entusiastas autodidactas.
En palabras simples, se trata de aplicar intervenciones -desde cambios en la dieta hasta manipulación genética- para modificar u “optimizar” el organismo.